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Un reciente estudio del IESE ha revelado una realidad preocupante: el 95% de los pisos en España presentan una baja eficiencia energética, lo que no solo impacta negativamente en el medio ambiente, sino también en la economía doméstica y el valor de los inmuebles.

A pesar de que la eficiencia energética ha cobrado relevancia en los últimos años, solo un 5,6% de las viviendas en España cuentan con una calificación energética A, B o C, según el informe. Además, el valor de una vivienda puede aumentar en un 1,3% por cada mejora en la escala energética, que va de la G (la peor) a la A (la mejor).

Uno de los factores clave de esta situación es que la mayoría de las viviendas fueron construidas antes de 2009, cuando la normativa sobre eficiencia energética era inexistente o muy laxa. Esto ha dado lugar a una gran cantidad de hogares que consumen más energía de la necesaria.

¿Por qué tu casa puede ser ineficiente energéticamente?

Las causas de la ineficiencia energética en los hogares son múltiples. A continuación, repasamos algunas de las más frecuentes:

• Aislamiento térmico deficiente: Muchas viviendas no están correctamente aisladas, lo que provoca filtraciones de frío o calor, afectando al confort y aumentando el consumo energético.
• Falta de mantenimiento: Grietas en paredes, puertas que no cierran bien, radiadores defectuosos o calderas antiguas y mal mantenidas son responsables de un importante derroche de energía.
• Ausencia de termostatos regulables: Encender y apagar la calefacción manualmente, sin un sistema que ajuste la temperatura según las condiciones reales, es un claro punto débil. Soluciones inteligentes como iDomus de Orkli permiten gestionar la climatización desde el smartphone, optimizando el consumo y aumentando el confort.
• Mala orientación y uso ineficiente de la luz solar: Un diseño que no aprovecha la luz natural en invierno o que no protege del calor en verano (por ejemplo, sin toldos o persianas) obliga a usar sistemas de climatización con mayor frecuencia.
• Electrodomésticos obsoletos: Equipos sin etiqueta energética o de baja eficiencia, junto con bombillas de alto consumo, son otros culpables habituales de un gasto energético elevado.
• Ventilación inadecuada: En invierno, ventilar en exceso puede provocar pérdidas de calor. Hoy en día, existen sistemas como la ventilación mecánica de doble flujo con recuperación de calor que mejoran tanto la eficiencia como la calidad del aire.

Los hábitos también cuentan

No todo depende de la estructura o los equipos. Los hábitos del día a día también juegan un papel fundamental. Apagar las luces cuando no se necesitan, evitar dejar aparatos en modo standby, o no abrir las ventanas mientras funciona la calefacción o el aire acondicionado, son gestos simples que marcan la diferencia.

Además, es importante realizar revisiones periódicas y elegir siempre electrodomésticos con buena calificación energética al renovar los antiguos.

Hacia un futuro más eficiente

La buena noticia es que cada vez más hogares están apostando por la eficiencia energética, ya sea por conciencia ecológica o por el ahorro que supone a largo plazo. La tendencia apunta a un parque inmobiliario más sostenible, inteligente y adaptado a las necesidades actuales.

Invertir en eficiencia energética no es solo una responsabilidad ambiental: es también una decisión inteligente para el bienestar económico y el valor de nuestro hogar.